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Leer para comprender: ¿Por qué la Historia de España transforma el presente de nuestras alumnas?

En el Alegra creemos que la lectura no solo informa, forma criterio. Por eso, hemos diseñado un proyecto de Lectura de la Historia de España que, más que acumular datos, enseña a pensar históricamente. La propuesta, integrada en el Programa de Años Intermedios (PAI) y que culmina en el Programa del Diploma (PD) del IB, acompasa la madurez lectora con la complejidad del pasado y convierte cada época en una conversación exigente y apasionante con el presente. ¿El resultado? Alumnas que distinguen hechos de opiniones, que preguntan mejor, argumentan con evidencias y dialogan con serenidad. Veremos, como resultado, que nuestras alumnas crecen en voz propia, informada y respetuosa.

La secuencia lectora avanza por grandes periodos y, en cada uno, trabajamos habilidades concretas de los Enfoques de Aprendizaje del IB (ATL). En el inicio (PAI 1), nos movemos entre la Antigüedad y los primeros reinos cristianos: la vida cotidiana y los legados del derecho, la lengua y el urbanismo ayudan a ordenar cronologías, hacer inferencias sencillas y distinguir con naturalidad entre lo que ocurrió y lo que se cuenta que ocurrió.

Más adelante (PAI 2), entramos en la pluralidad medieval peninsular, con sus ciudades, sus redes de saber y sus tensiones. Aquí la investigación gana peso: contrastamos relatos, detectamos perspectivas y entendemos cómo florece la cultura en el intercambio.

En la encrucijada de los mares (PAI 3), del tardomedievo a la Edad Moderna, analizamos expansiones, alianzas y límites del poder. Las alumnas comparan intenciones con estructuras, continuidad con cambio, y aprenden a valorar consecuencias no previstas.

El siglo XIX (PAI 4) trae revoluciones, constituciones y la formación del Estado contemporáneo. Es el momento de la síntesis historiográfica y de la escritura argumentativa con fuentes.

Por último (PAI 5), de la Transición a la actualidad, se ejercita la mirada larga: contrastar interpretaciones, moderar mesas redondas con roles definidos, componer dosieres y vincular instituciones presentes con sus orígenes recientes. Este proceso se cierra con una interpretación documentada de la historia contemporánea, atada al marco preuniversitario, con las alumnas de primer curso de bachillerato (PD1), que abordan los temas a través de debates, narrativas y materiales específicos de su cierre del proceso.

Al principio es normal observar pequeñas “lagunas” o desajustes en conceptos, definiciones y enfoques. Ese “bache” inicial no es un fallo: es parte del proceso de maduración intelectual, muy evidente cuando se entrena el paso de solo memorizar a pensar con matices. Lo acompañamos con andamiajes claros —glosarios progresivos, ejemplos modelo, rúbricas visibles, relecturas guiadas— y con una secuenciación que va ajustando la profundidad a las necesidades reales de cada grupo.

Precisamente por esto, consideramos indispensable una ampliación del currículum actual para enriquecerlo, como punto de innovación, con enfoques comparativos, análisis de fuentes, lectura lenta y trabajo de matices que el sistema educativo vigente, por tiempos o por evaluación estandarizada, no alcanza a desplegar. Esta ampliación no es un adorno: es la condición para que nuestras alumnas construyan un conocimiento robusto, sólido y útil, y sean capaces de dialogar con la complejidad del presente y la incertidumbre del futuro, ya que educamos para la vida y no solo para las aulas.

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La historia, bien leída, también aporta en la comprensión de la convivencia y en el desarrollo intercultural propio de los colegios internacionales como el nuestro. Para una alumna nacida en España, conocer su pasado arma una identidad con fundamento, ayuda a entender debates que reaparecen y aporta un vocabulario de ciudadanía para exigir políticas con aciertos y con errores.

Para una alumna extranjera —una riqueza para un colegio internacional como Alegra— es una llave de entrada cultural: abre puertas a matices del idioma y convierte viajes y museos en experiencias con sentido. Para todas nuestras alumnas, la historia crea un suelo común donde debatir con respeto. Y aquí la evidencia vuelve a ser central: cuando dos miradas chocan, pedimos pruebas y razonamientos. Ese hábito reduce la emocionalidad improductiva y eleva el nivel del diálogo en todos los contextos.

Al terminar el recorrido, lo que más celebramos no es la capacidad de recitar fechas, sino la serenidad intelectual. Quien comprende de dónde viene, lo que ve le sorprende menos y decide mejor. Ese es el propósito profundo de nuestro plan lector de Historia de España: cultivar un pensamiento crítico que enlace cabeza y corazón. Porque leer el pasado con calma, datos y empatía no es un lujo académico, es una escuela de ciudadanía para el presente. En Alegra, esa escuela se vive en páginas conversadas, en argumentos verificados y en una identidad arraigada y abierta.

Y ahí, en esa mezcla de conocimiento, evidencia y diálogo —con espacio para las dudas iniciales y con un currículum ampliado a la altura de los matices— es donde vemos florecer algo más que un buen resultado académico: vemos crecer personas capaces de comprender, de argumentar y de defender sus principios. En conclusión, verdaderas ciudadanas de esta época que les toca vivir y en la que están llamadas a generar cambios profundos.

Militza Hernández
Directora Académica Alegra School

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