colegio-britanico-en-madrid-Alex Havard Alegra Linkedin 3 scaled

Educar para la grandeza: ¿cómo inspirar a nuestros hijos?

Las ideas que presentamos a continuación están basadas en los aprendizajes de esa enriquecedora charla y buscan ofrecer herramientas prácticas a los padres para educar desde y para la grandeza.

En el mundo de hoy es evidente la necesidad de formar personas que sean más que buenas: necesitamos personas magnánimas, capaces de inspirar grandeza en quienes los rodean. Esta tarea, como nos recuerda Alex Havard, comienza en el corazón del hogar: la familia. 

Como padres, tenemos la oportunidad y responsabilidad de ayudar a nuestros hijos a descubrir sus dones y crecer en magnanimidad.

Magnanimidad: ¿qué es y por qué importa?

La magnanimidad se refiere a tener una visión clara de los talentos y dones que cada persona posee, reconociéndolos como regalos de Dios, sin falsa modestia ni vanidad. Es la virtud de “la esperanza en uno mismo”.

¿Cuáles son los rasgos comunes de una persona magnánima?

Una persona magnánima tiene una conciencia clara de su dignidad y por tanto se considera digna de cosas grandes. Este reconocimiento no nace del orgullo, sino de una comprensión de su naturaleza humana y de los dones recibidos. Es benevolente, generosa, y busca el bien mayor, manteniéndose por encima de las trivialidades y mostrando fortaleza ante las adversidades. Un líder siempre necesita ser magnánimo a la vez que es humilde, porque la magnanimidad “permite soñar y llevar el sueño a la acción”.

El rol de los padres en la formación de la magnanimidad

La familia es el lugar donde se forjan las virtudes que guían la vida. Los padres desempeñan un rol crucial al inspirar a sus hijos hacia la grandeza mediante:

  1. Conocer y celebrar los dones de sus hijos: Preguntarles y ayudarles a reflexionar sobre sus fortalezas. Por ejemplo, «¿Dónde crees que eres bueno?», o incluso pedir opiniones a otros que les conocen.
  2. Fomentar una identidad basada en la grandeza: Enseñarles que ciertas actitudes o comportamientos no son compatibles con su identidad. Frases como «Esto no lo hacemos porque tú eres otra cosa, eres hijo de Dios» refuerzan un sentido de pertenencia y dignidad.
  3. Promover el equilibrio interior: Havard subraya que la armonía entre el corazón, la voluntad y el intelecto es clave. Un corazón libre y equilibrado es más capaz de aspirar a lo bueno, lo bello y lo grande.
  4. Educar desde la virtud: Inspirar a los hijos a actuar no por reglas externas, sino por principios internos. La formación en virtudes como la prudencia, la audacia y la persistencia les ayudará a enfrentar los desafíos de su temperamento y crecer en magnanimidad.

Identificar y trabajar el temperamento de nuestros hijos

Havard destaca que cada temperamento tiene fortalezas y desafíos específicos, y que ayudar a los hijos a orientar la lucha de acuerdo a sus desafíos personales puede ayudarlos a desplegar su potencial:

  • Coléricos: Orientados a la acción, tienden a usar a otros como medios para sus objetivos. Los padres pueden fomentar la humildad, ayudándoles a desarrollar el servicio y el amor por los demás.
  • Melancólicos: Son idealistas, pero a menudo temen llevar sus sueños a la realidad. Necesitan desarrollar audacia y práctica para conectar su visión con el mundo exterior.
  • Sanguíneos: Viven en el presente, pero pueden carecer de persistencia y alegría en la rutina. Los padres pueden trabajar en animarlos a ser constantes.
  • Flemáticos: Racionales y cautos, a menudo les cuesta soñar y pensar más allá de lo tangible. Necesitan inspiración para aprender a soñar con un horizonte amplio.

Puedes hacer tú mismo el test de los temperamentos de Alexandre Harvard para conocerte mejor, esto podría ayudarte para identificar el temperamento de tus hijos.

Tres ideas para inspirar a los hijos en el día a día

  1. Modelar la grandeza: nuestros hijos aprenden a través del ejemplo. Mostrarles cómo se actúa con magnanimidad y humildad les inspirará a hacer lo mismo. Esto no significa ser perfectos, porque también podemos dar ejemplo en cómo se pide perdón cuando nos equivocamos.
  2. Vivir la gratitud: ayudarles a reconocer que sus talentos son dones recibidos, no algo que han creado por sí mismos, fomenta una actitud de humildad, evitando el orgullo.
  3. Crear espacios para el autoconocimiento: darles oportunidades para explorar sus intereses y reflexionar sobre lo que disfrutan y hacen bien. Aprovechar películas, libros, conversaciones para que puedan descubrir su temperamento y los retos que lleva asociados.

“La magnanimidad no es solo una virtud más; es un ideal de vida”, que todos podemos alcanzar y cultivar desde la infancia. Como padres, tenemos el privilegio de guiar a nuestros hijos en este camino, ayudándoles a descubrir su temperamento, sus talentos, y enseñándoles cómo vivir con un corazón libre.

En un mundo que necesita desesperadamente líderes magnánimos, cada pequeña acción cuenta. Educar a nuestros hijos para que sean grandes de corazón es, sin duda, uno de los mayores regalos que podemos darles. 

Padres y colegio de la mano

Mantente informado del mundo Alegra

Follow us

INSTAGRAM

FACEBOOK

TWITTER