Febrero 2022

4 Consejos para fomentar el autodominio en los niños

1. Modifica el entorno

El autodominio es la virtud que nos permite controlar nuestros impulsos, en la edad de nuestros hijos esa autorregulación es mucho más complicada. Si pensamos en las veces que nosotros hemos perdido nuestra fuerza de voluntad durante un período de régimen podremos entender su situación mucho mejor.

Una forma práctica en que podemos ayudarles es cambiando su ambiente, quitando las distracciones que puedan romper su autodominio. Los más pequeños necesitarán toda nuestra ayuda y seremos nosotros los que escondan por un tiempo ese juguete que puede causar demasiadas distracciones. Con el tiempo podremos enseñarles a los mayores a saber identificar qué puede distraerles durante el tiempo de hacer los deberes y que sean ellos los que se encarguen de “cambiar el entorno” para trabajar más concentrados.

2. Mantengamos nuestras promesas

Si nuestra autoridad está basada en la confianza de nuestros hijos, al hacer una promesa que premie el autodominio, la espera, la paciencia… Debemos cumplirla.

La experiencia de que en nuestros hogares se cumple lo que prometemos, ayudará a nuestros hijos a identificar qué expectativas tenemos de ellos, también sabrá que si hemos dicho que tenían que esperar y no lo hacen, habrá consecuencias para sus acciones.

3. Recordar es vivir

La memoria de nuestros hijos, dependiendo de su edad, todavía no les permite recordar lo que esperamos de ellos constantemente. Necesitan de nuestra ayuda para hacerlo y no distraerse, durante una misma tarea, podemos ayudarles mucho si les recordamos cómo esperamos que se comporten: durante una excursión, al pasear juntos por un centro comercial, visitando a sus primos…

Recordar las reglas antes de “cada prueba” de fuerza de voluntad, les ayudará muchísimo a conseguir buenos resultados de autoregulación.

4. Seamos cuidadosos con nuestro feedback

Muchas personas creen que la inteligencia y los talentos son datos genéticos heredados que no podemos mejorar. Las personas que viven bajo este paradigma, al encontrarse con el fracaso se rinden y pueden sentirse frustrados.

Por contraste las personas que creen que es el esfuerzo el que modela la inteligencia y el talento son mucho más resilientes. Podemos ayudar a nuestros hijos a desarrollar este tipo de resiliencia y determinación siendo cuidadosos con la forma en que les retroalimentamos con nuestros comentarios.

Pensemos cómo halagamos y premiamos con nuestras palabras lo que hacen, si les aplaudimos solo por cualidades generales (que desarrolla en ellos el primer paradigma), o si les alabamos por algo en concreto que han hecho a través de su esfuerzo y dedicación (el segundo paradigma). Aún más importante es que pensemos cómo reaccionamos ante sus equivocaciones o pequeños fallos. Una forma en que podemos ayudarles es buscando siempre hacerles preguntas que les ayuden a pensar qué han hecho mal y qué podrían hacer mejor.